De Yadz cogimos un autobús que en 4’5 horas nos dejó en Isfahan, nos alojamos en el hotel Safavi, muy bien situado, la habitación y el desayuno muy bien.
Empezamos las visitas por la Plaza e-Naghsh-e-Jahan o plaza del Imán o algo así, la plaza más bonita que he visto nunca creo, sobre todo cuando empieza a caer el sol y empiezan a iluminar las tres joyas que alberga: la mezquita del Imán, la mezquita del jeque Lotfallah y el palacio Alí Qapu. Es gigante! Tiene medio kilómetro de largo con un estanque en el centro y jardines en los que se reúnen los isfahanies a cenar en familia o con amigos. Se llevan las esterillas, las cámaras y de pic-nic.
En el fondo norte de la plaza está la Puerta Qasarieh que da entrada al bazar. Aunque en realidad se accede al mismo desde cualquier entrada de la plaza porque hay tiendas en todos los soportales. Me llamo la atención el trabajo de los miniaturistas, pintaban en hojas de árbol, plumas, alas de mariposa,... no se si hoy en día se valoran esas cosas.
Algunas alfombras también son muy impresionantes. Coincidimos con un vendedor de alfombras que ha vivido en Vigo y sale en el libro de “La cueva de Alí Baba” de Ana Briongos.
El bazar se extiende hasta la mezquita del viernes, y conforme nos vamos alejando de la plaza es menos turístico. Deambulamos muy a gusto por esta zona menos turística, por la plaza de Alí que también es gigante y que tiene una fuente cuyos chorritos bailan al son de la música. Hay un minarete de 40 m de altura en la mezquita homónima. Por aquí las mujeres van de negro y mucho más tapadas, casi todo chadores.
En el extremo sur de la plaza está la gran mezquita del Imán, enormeeee…. El iwan de la entrada alucinante, para llegar al patio de abluciones hay que girar a través de un pasillo para que el mihrab quede bien orientado hacia La Meca. Su construcción encargada por el Sha Abbas I, como casi todo en la ciudad, es de principios del XVII.
La sala interior es espectacular, todas las paredes cubiertas por grandes frescos que relatan algunas batallas de los reyes safávidas contra uzbecos, hindúes ,… y recepciones de los reyes a sultanes otomanos,..., suntuosos banquetes con vino, música , bailarinas,... muy chulo,... entre los grandes frescos se intercalan otros más pequeños que a mi me parecen más orientales y es porque los pintores qajaríes hacen los ojos rasgados.
A la mañana fuimos a New Jolfa, el barrio armenio de Isfahan, se llama así porque el shah Abbas traslado en el siglo XVII a unos armenios desde un pueblo llamado Jolfa hasta aquí. Visitamos la catedral de Vank, el museo y la iglesia de Bethlehem.
La catedral de Vank sin palabras, toda cubierta por frescos del XVII representando escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, así como pasajes de la vida pero sobre todo de las torturas padecidas por San Gregorio, pobre hombre...
Empezamos las visitas por la Plaza e-Naghsh-e-Jahan o plaza del Imán o algo así, la plaza más bonita que he visto nunca creo, sobre todo cuando empieza a caer el sol y empiezan a iluminar las tres joyas que alberga: la mezquita del Imán, la mezquita del jeque Lotfallah y el palacio Alí Qapu. Es gigante! Tiene medio kilómetro de largo con un estanque en el centro y jardines en los que se reúnen los isfahanies a cenar en familia o con amigos. Se llevan las esterillas, las cámaras y de pic-nic.
En el fondo norte de la plaza está la Puerta Qasarieh que da entrada al bazar. Aunque en realidad se accede al mismo desde cualquier entrada de la plaza porque hay tiendas en todos los soportales. Me llamo la atención el trabajo de los miniaturistas, pintaban en hojas de árbol, plumas, alas de mariposa,... no se si hoy en día se valoran esas cosas.
Algunas alfombras también son muy impresionantes. Coincidimos con un vendedor de alfombras que ha vivido en Vigo y sale en el libro de “La cueva de Alí Baba” de Ana Briongos.
El bazar se extiende hasta la mezquita del viernes, y conforme nos vamos alejando de la plaza es menos turístico. Deambulamos muy a gusto por esta zona menos turística, por la plaza de Alí que también es gigante y que tiene una fuente cuyos chorritos bailan al son de la música. Hay un minarete de 40 m de altura en la mezquita homónima. Por aquí las mujeres van de negro y mucho más tapadas, casi todo chadores.
El iwan sur tiene dos minaretes y da entrada a la fantástica sala de oración, con su cupulaza de 54 m de alto en el exterior, aunque "sólo" 38 interior, ya que está construida por el sistema de doble cúpula.
Aquí están también el mihrab y un mimbar.
Dentro de la mezquita hay una madraza con mulás muy dispuestos a hablar con los turistas. Se nos acercó uno que hablaba perfecto castellano y pasamos un buen rato con él. Habían montado una exposición sobre terrorismo e Islam que estuvo interesante. Tenían también una foto aérea de la gran mezquita en la que se veía muy bien el giro de la entrada.
Después fuimos al palacio de Ali Qapu, del Sha Abbas, again... Desde la plaza el porche porticado es precioso y desde el porche porticado la vista de la plaza alucinante. Hemos visto fotos de Jomeini y Jamenei pero en los retratos de la fachada de este palacio están muy favorecidos!
El palacio tiene seis pisos, en el tercero está el porche que es lo mejor, decorado en tonos salmones con flores y pececillos, un estanque, sin agua, de mármol en el centro y 18 esbeltas columnas de madera con finos capiteles alveolares.
En la sala del trono quedan algunas pinturas qajaríes y safávidas Mucho fue destruido en época qajar y durante la revolución del 79. No pudimos subir a ver la sala de la música porque el sexto piso estaba cerrado.
La mezquita del jeque Lotfallah, tambien llamada de las mujeres está enfrente del palacio de Ali Qapu y su construcción también es de Abbas el Grande.
Su cúpula exterior es preciosa, en tonos salmón con decoración azul y blanca. No es muy grande, no tiene iwan, no tiene patio, no tiene minarete y vista de frente desde la plaza la cúpula no guarda simetría respecto a la fachada.
Se llama de las mujeres porque aquí trabajaban las mujeres del harén del shah.
La sala de oración es una maravilla, los azulejos safávidas impresionantes, pasa del cuadrado al círculo de la cúpula con trompas lisas que se dividen en dos, con lo cual quedan 16 ventanitas en el tambor que dejan pasar la luz creando un juego de luces y sombras que con los mosaicos del techo crea un efecto que nos dijeron de “cola de pavo real” .
A continuación fuimos al Palacio Chehel Sotun, que significa “ 40 columnas”, porque las 20 primeras se reflejan en el estanque. Era de mitades del XVII, pero se incendió y lo reconstruyeron en el XVIII. El jardín es super agradable de pasear, el porche del palacio recuerda al de Alí Qapu y la sala de los espejos que se abre al porche me recordaba a la de Qavam House en Shiraz.
Si por fuera es bonito (para fotos mejor ir por la mañana porque a la tarde da el sol de frente) por dentro nos maravilló.La sala interior es espectacular, todas las paredes cubiertas por grandes frescos que relatan algunas batallas de los reyes safávidas contra uzbecos, hindúes ,… y recepciones de los reyes a sultanes otomanos,..., suntuosos banquetes con vino, música , bailarinas,... muy chulo,... entre los grandes frescos se intercalan otros más pequeños que a mi me parecen más orientales y es porque los pintores qajaríes hacen los ojos rasgados.
En este palacio coincidimos con un isfahaní que había acabado sus Estudios hispánicos y hablaba perfectamente castellano, acompañaba a una pareja de profesores universitarios españoles, uno de ellos experto en el mundo islámico, a partir de aquí seguimos con ellos. Nos llevaron a la montaña de Isfahan donde hay una buena vista nocturna de la ciudad, es enorme, son 4 millones de habitantes!
Subimos en teleférico , arriba hay unas atracciones de feria, parece un lugar de recreo para los isfahaníes, la visita en sí no merece mucho la pena pero lo pasamos muy bien, echamos muchas risas.
Al atardecer fuimos a los Puentes Sio Seh y Khaju sobre el “no río” y es que está seco, la cuestión debe ser una presa que han construido para llevar agua a Yadz en el desierto de Lut. En Yadz nos dijeron que ellos les dan minerales y acero a cambio,... no se si los isfahaníes están muy contentos con el trueque.
Nos gustó mucho Khaju, seguramente contribuyó lo bien que iluminan sus monumentos los iraníes, es suave, nada estridente y sobre todo que asistimos a una sesión de canto improvisado de canciones populares y poemas persas.
A la mañana fuimos a New Jolfa, el barrio armenio de Isfahan, se llama así porque el shah Abbas traslado en el siglo XVII a unos armenios desde un pueblo llamado Jolfa hasta aquí. Visitamos la catedral de Vank, el museo y la iglesia de Bethlehem.
La catedral de Vank sin palabras, toda cubierta por frescos del XVII representando escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, así como pasajes de la vida pero sobre todo de las torturas padecidas por San Gregorio, pobre hombre...
El fresco del Juicio final es alucinante y la representación del infierno divertidisima. Para nosotros obviamente, todas la temática es conocida, el diluvio, el sacrificio de Isaac, el juicio de Salomón, la anunciación, los reyes magos, pentecostés y las escenas de la pasión ,... pero claro, el isfahani con el que volvimos a coincidir no entendía nada.
El estilo es mezcla irani, armenio y europeo y los azulejos de la parte baja de las paredes son safávidas, azules y amarillos. Curiosa mezcla.
El museo de al lado está muy bien, hay un recuerdo del genocidio armenio y muchos libros medievales armenios iluminados, me encantaron! Bastantes de ellos anteriores a su migración a Isfahan, les llaman gospel. Como curiosidad hay un pelo humano sobre el que hay escrita con una punta de diamante una frase, hay que verlo con microscopio y también el libro más pequeño del mundo, como una cabeza de un alfiler o poco más, tiene una decena de páginas ,... En el patio de la catedral también hay referencias al genocidio y un memorial.
La iglesia de Bethlehem es parecida a la catedral pero más pequeña y algunos frescos me gustaron un montón, parecían más primitivos.
La mezquita del viernes me encantó porque es diferente al resto. Hay una pequeña sala a la entrada de principios del siglo X y luego su construcción va desde los selyúcidas del siglo XI con sus dos estupendas cúpulas, los iwanes y bosques de columnas en salas de oración, pasando por un nicho de oración y un mihrab de estuco muy labrados de la época del ilkanato mongol hasta el periodo safávida del XVII. Las diferencias ornamentales en seis siglos son claras, las selyúcidas mucho mas geométricas mientras que en los azulejos safávidas las ya conocidas flores, jarrones,... en azules, verdes y amarillos.
Las columnas selyuquíes son más cortas y robustas y en algunas se conserva el ajedrezado en el fuste, pero lo más alucinante son las cúpulas.
El iwan sur es chulísimo, con estalactitas mongolas, azulejos safávidas y dos minaretes. Justo detrás hay una sala de oración llena de columnas y bóvedas entre cada cuatro columnas y, al final, la cúpula de ladrillo selyúcida Nezam al Molk, estuvimos un rato sentados en modo contemplativo. Nos encantó porque es la primera que vemos una cúpula sin revestir de azulejo y porque se ve muy bien el paso de la planta cuadrada al círculo de la cúpula.
En frente, el iwan norte es más sobrio pero la sala de columnas trasera y la cúpula Taj al Mok, más pequeña que la anterior, es preciosa.
Comimos en el Traditional Banquet Hall en la plaza, es muy bonito pero muy turístico , merece más la pena comer en Jarchi Bashi, que son unos antiguos baños convertidos en restaurante, el sitio es precioso, diferentes salas con fuentes, música en vivo y buena comida. Comimos una carne tipo hamburguesa con frutos secos y canela, que era típico en Isfahán, no recuerdo el nombre. Los restaurantes son baratos, incluso los turísticos.
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| Jarchi Bashi |









































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